quarta-feira, 29 de dezembro de 2010

Balance 2010: Cine Internacional






Recordaremos al 2010 como aquel año en el que el cine argentino tuvo una gran vidriera en el extranjero con las ventas internacionalesOscar mediante- de El secreto de sus ojos. Tamaño dato nos ubica en un lugar de privilegio, pero sabemos que todo dato excepcional es eso: una excepción. Siempre es menos de lo que podría ser (en términos de distribución, sobre todo). Y en ese sentido, el mundo se perdió otras grandes películas nacionales. Y nosotros otras grandes películas de otras latitudes. En el medio, quedan los festivales de cine, gemas que brillan en un panorama desalentador: este año cerró el Arteplex Caballito, el Tita Merello, y pende de un hilo el futuro del Arte Cinema. Afortunadamente, el Centro Cultural Ricardo Rojas adquirió el Cosmos, reducto de obras maestras y el cine más radical del mundo. Pero tampoco es justo decir que el mejor cine se ve exclusivamente en las denominadas salas de “cine arte”. Igualmente lamentable es la pérdida del Atlas Lavalle, una más en la larga lista de la otrora “calle de los cines” en donde ahora reinan los puestos clandestinos, las precarias galerías de compras, y la venta de dvd’s ilegales que hoy por hoy reflejan el paradigma de los nuevos hábitos de cultura en materia de cine.



Muchas películas inicialmente anunciadas como próximos estrenos terminaron en el cada vez más célebre “directo al DVD”, modalidad que pone en relieve la precarización del mercado cinematográfico, cada vez más caprichoso e inestable. Y dentro de esa lista ingresan películas sumamente interesantes, de las cuales podemos destacar a Donde viven los monstruos (Spike Jonze) o la animada El fantástico Sr. Fox (Wes Anderson). Si el siglo XX el valor convivial tenía una impronta férrea en el cine, desde hace varios años la expectación como rito deja paso a una modalidad mucho más individual y por ello más librada al azar. Una tendencia que los distribuidores y dueños de salas (mal) interpretan, dándole la espalda a ese ser denominado espectador. Llama la atención que el film de Anderson haya sido enviado al directo al DVD, teniendo en cuenta el impulso que la animación tiene en la cartografía internacional. Los estudios Pixar confirmaron que con Toy Story 3 están a la vanguardia, reforzando el poder de un relato clásico con personajes entrañables. Disney volvió a la animación “tradicional” con La princesa y el sapo, un intento más que digno que le tiende la mano a generaciones pasadas. El panorama se completa con la excelente El ilusionista, de Sylvain Chomet (Las trillizas de Belleville) con guión del mismísimo Jacques Tati, que sumado a la personal pátina de colores del realizador completa una propuesta de particular belleza. Estas dos últimas películas prescinden del 3 D, efecto que el mercado utilizó (con bastante éxito, por cierto) para capturar espectadores. ¿Hasta que la tridimensionalidad llegue masivamente a la tele?



Pocos largometrajes hacen gala del 3 D con sustancia narrativa, sin caer en el mero guiño publicitario. De hecho, la citada Toy Story 3 tiene como último atractivo el efecto, mientras que Ga'Hoole, Avatar y Megamente supieron encontrar la vuelta de tuerca. En las antípodas, las soporíferas El último maestro del aire y El juego del miedo 3 D se ahogaron en el regodeo visual, sin hacer lo que sus géneros proponen masivamente: entretenimiento. El caso de la saga de terror es representativo de un año particularmente flojo para este tipo de films. Exceptuando algunos films (Vampiros del día), los “juegos del miedo” y las “actividades paranormales”, o la innecesaria remake de Pesadilla en la calle Elm,mostraron más cálculo que pasión por el cine.



Pero el 2010 fue –por fortuna- algo más que algunas decepciones. El cine rumano confirmó que no es una moda pasajera. Por el Festival de Mar del Plata y la Semana del Cine Europeo pasó con éxito Tuesday, after christmas de Radu Muntean. Pensada desde un punto de vista más abarcativo, es novedoso ver cómo la “escuela rumana” puede ser tan profunda y sutil ya no desde lo eminentemente político, sino desde la cotidianidad de la clase media vernácula. En la senda más social y reflexiva sobre las consecuencias de la dictadura, Policía, Adjetivo de Corneliu Porumboiu fue otro de los puntos fuertes del cine rumano que de seguro seguirá en su estado pleno de ideas.



Dentro del panorama europeo más reconocido (Francia e Italia, pero también Inglaterra y Alemania) se destacaron Las playas de Agnès, Vincere (gracias a su sorpresivo éxito se estrenó otro film de Bellocchio, La hora de la religión), La ganadora de la Palma de Oro La cinta blanca, Las hierbas salvajes, Triángulo, London River, Entre la fe y la pasión y Ricky, del cada vez más inclasificable Francois Ozon. Pero también nos sorprendieron otras películas europeas, la mayoría óperas primas o segundas obras. Tal es el caso de Aquel querido mes de agosto, Stella, La pivellina o La pequeña Jerusalén, relatos que comparten la virtud de introducirnos a mundos desconocidos al mismo tiempo que nos hablan de complejidades universales. Todas ellas pueden ser consideradas “localistas”, escapan a la postal turística y desde la ternura y sin cinismo consiguen conmover a los espectadores. Son, sin lugar a dudas, las “pequeñas grandes películas” del 2010. Muchos de estos sobresalientes films se estrenaron en pantalla grande proyectados por DVD. Aunque la tecnología en materia de proyección digital avance, varias salas no ofrecen el confort esperable por el valor de la entrada, y este tipo de estrenos sigue sonándonos a “mal necesario”. Pero, ¿debemos llegar a esa conclusión? El mayor problema es que nos acostumbremos a ello y las distribuidoras no se arriesguen a estrenar los films en salas de 35 mm o directamente no estrenarlos.



Desde el bastión de Hollywood se destacó Red social, de David Fincher,que viene arrasando con los premios y las listas de films del año de los críticos de todo el mundo, algo que le augura muchas chances en la entrega de los Oscar. El film Vivir al límite –consagrado con ese premio como Mejor Película- se metió de lleno en la Guerra de Irak haciendo foco en el sentimiento adictivo que produce la acción bélica, mientras que Samarra de Brian de Palma también abordó el episodio desde otro punto de vista. Los grandes directores estadounidenses no se han desentendido de la última guerra, un aspecto que merece celebrarse. Otros realizadores también se lucieron con sus últimas producciones, entre las que podemos mencionar El origen, la menor pero igualmente disfrutable La isla siniestra, Invictus (en breve conoceremos lo nuevo de Clint Eastwood, Más allá de la vida), el delirio de Terry Gilliam El imaginario mundo del Doctor Parnassus, Iron man 2, Alicia en el país de las maravillas, entre otras. Aún en el caso de los realizadores más consagrados que no produjeron sus mejores películas (citamos a Scorsese, pero también ocurrió lo mismo con Burton) encontramos pasión por el relato, un punto a favor al lado de casos impresentables como Sex and the city 2 o Recuérdame. Por suerte no todo el cine estadounidense que llega es tan calculador y escaso de ideas.



Más alejadas del “mainstream”, podemos mencionar Amor sin escalas, Machete del irreverente Robert Rodriguez, Intervew, Synecdoche New York, Wendy y Lucy y Preciosa. Tal vez entre Hollywood y un cine más personal pendule Atracción peligrosa, segundo film de Ben Affleck. A esta altura no queda dudas de que es mucho mejor director que actor. Dentro del mismo país, fue sorpresivo el estreno casi en simultáneo de Mi familia de Lisa Cholodenko y Una pareja despareja de Glenn Ficarra y John Requa, aún no estrenada en Estados Unidos. Ambas abordan la cuestión gay de forma franca, no maniqueísta, y en ellas la reflexión sobre el género no opaca a la construcción cinematográfica. Las dos películas son comedias (en mayor o menor grado), tienen timming y actuaciones memorables.



Por desgracia, los fines de año en materia de cine nos dejan la sensación de que de Latinoamérica y Oriente llegaron exponentes nobles pero en escaso grado. Este año se destaca México, si tomamos en cuenta la diversidad de películas como Luz silenciosa, Los bastardos, y la premiada en Mar del Plata Cinco días sin Nora. Más allá de los gustos y las apreciaciones personales, films como Lula, el hijo de Brasil y la uruguaya Gigante configuran paradigmas de cómo el cine latinoamericano puede posicionarse en el mundo, desde propuestas que busquen más impacto en el mercado, hasta otras que a través de producciones más austeras también puedan proponer nuevas miradas. De latitudes más lejanas sorprendieron la japonesa Un día en familia, la filipina Independencia, la franco-japonesa Yuki y Nina y la coreana Los senderos de la vida.



Cerca de fin de año, tuvimos la posibilidad de recibir a Apichatpong Weerasethakul, el director tailandés mimado (con justa razón) en Cannes, invitado por el Festival MAPFRE. Apichatpong (o simplemente Joe, como también se lo conoce) tuvo en exhibición tres de sus films, entre los que se destacó Uncle Boonmeee Who Can Recall His Past Lives, última Palma de Oro. Fue muy interesante escucharlo durante tres horas en la master class que ofreció, hablando sobre su concepción del cine. Seguramente el año que viene hablaremos de su película como una de las perlas del 2011.

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