quarta-feira, 23 de fevereiro de 2011

Reseña: Rabia


Los personajes de migrantes en el cine español, por lo regular, solo sirven de fondo. Algunos con más gracia que otros, con historias similares o peores, solo son una casualidad narrativa. Quizás la representación sea correcta, pero siempre carente de voz. En Rabia (Strand Releasing), tercer largometraje de Sebastián Cordero, se centra en dos migrantes sudamericanos con voz y puños, en donde los españoles son simplemente circunstanciales. Rosa (Martina García), una atractiva empleada doméstica de planta y José María (interpreatado excelentemente por Gustavo Sánchez Parra) un trabajador de la contrucción con un fuerte temperamento, al parecer han comenzado un romance. Quizás el aislamiento social, las condiciones de vida y la cuestión laboral, hacen de ellos, la perfecta pareja.

Esta pauta, muchos pensarían, va en dirección a un drama romántico y en menos de cinco minutos,  este cineasta ecuatoriano da paso a una tensión que se robará la atención hasta el final. Estamos ante un thriller social de grandes proporciones, y que viene de la mano de Guillermo Del Toro. La influencia del mexicano está presente, muchos de los elementos característicos de su cine se pueden observar, pero siempre a una distancia e independencia.

Cuando José María descubre que a su novia, unos chicos españoles la acosan, decide tomar cartas en el asunto. Por su parte, su empleador, en la construcción donde labora, sirve de constante recordatorio que él pertenece a ese lugar. "Ya no estás en tu país, no estás en tu pueblo", dice. Una vez que se enteran de lo acontecido, él decide despedir a José María. Más tarde un altercado entre ambos, termina en su muerte y el migrante debe de escapar.

Cordero mantiene de cerca la cámara con José María, quizás para proyectar a intensidad, el nerviosismo y la rabia que atraviesan por él. Al no tener lugar donde ir, desaparece de la vista del mundo y de Rosa, se esconde en la inmensa casa donde ella labora y que en otras ocasiones ha visitado. Consciente a lo que se expone Rosa en esa casa, no solo la vigilará, sino también la protegerá.

El director entiende y explora los estereotipos de ambos lados, los juicios corresponden a sus actos y no a la persona u origen. En el pasado ha demostrado que puede con el género y mantener control de un elenco multinacional (¡que por cierto está de maravilla!) sin comprometer la historia que desea contar. Ahora con Rabia no solo vuelve a mostrar esos dotes, sino su clara evolución.

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